Los pies descalzos son importantes para el desarrollo óptimo del sistema nervioso y cerebro.
Los zapatos evitan que una de las partes más nerviosas del cuerpo envíe mensajes importantes de nuestro entorno a nuestros cerebros y, por lo tanto, obstaculizan el desarrollo cerebral, argumenta la Dra. Kacie Flegal, quiropráctica y miembro de la Asociación Internacional de Pediatría Quiropráctica.
Los bebés usan los 5 sentidos básicos: Tacto, gusto, vista, oído y olfato para enviar mensajes de su entorno a sus cerebros y desarrollar sus vías neuronales.
Pero hay otros 2 sistemas sensoriales de los que raramente se habla: El sistema propioceptivo y el sistema vestibular.
La propiocepción nos da la capacidad de percibir el movimiento y la posición de nuestros cuerpos en el espacio, mientras que el sistema vestibular es responsable del equilibrio y la coordinación.
El desarrollo de estos 2 sentidos depende en gran medida de la información sensorial que recibamos a través de los pies descalzos, especialmente durante la infancia y niñez, explica Flegal en un artículo para la revista Natural Child.
Cuando se activan por la presión y el movimiento, las terminaciones nerviosas en los pies llamadas propioceptores envían señales al cerebro diciéndole cómo se orienta el cuerpo, dice.
La información obtenida de los propioceptores “se usa para proteger el pie de lesiones, pero también lo usa el cerebro para realizar ajustes sutiles en la marcha para proteger los huesos y las articulaciones en todo el cuerpo y maximizar la eficiencia de los movimientos.” Explica el autor de The Barefoot Book, Dr. Daniel Howell.
Los zapatos impiden que estos receptores hagan su trabajo y, por lo tanto, inhiben el desarrollo de vías y conexiones neurológicas fuertes.
A menudo los padres ponen zapatos a sus bebés en el momento en que aprenden a caminar, o incluso antes de que comiencen a caminar, explica Flegal.
Al hacer esto, evitan la estimulación de los propioceptores, lo que limita el movimiento de los niños y dificulta el equilibrio y la coordinación, ya que los músculos pequeños y las articulaciones de los pies no se pueden adaptar al terreno cambiante.
“Cuando se permite que un niño esté descalzo, sus vías táctiles sienten la superficie de la tierra, los propioceptores responden a la presión y el terreno crea ligeros desequilibrios que crean fuerza neuromuscular, orientación espacial, equilibrio y coordinación”, escribe Flegal.
Por supuesto, queremos proteger los pies de nuestros niños de entornos más duros, pero Flegal recomienda dejarlos libres de zapatos en una variedad de superficies naturales, como césped, tierra, arena u hojas mojadas, tan a menudo como sea posible.
“Como resultado, les permitirá una gran plataforma para el desarrollo de centros cerebrales superiores responsables del control emocional, la resolución de problemas, el lenguaje, las habilidades sociales y la seguridad en sí mismos”, dice Flegal.